lunes, 29 de agosto de 2011

CONSECUENCIAS


Las consecuencias son ya importantes y pueden llegar a ser trágicas. Una disminución considerable en la capa de ozono implica un aumento paralelo en la cantidad de radiación ultravioleta dura que alcanza la superficie de la Tierra.

Para los seres humanos la consecuencia inmediata es un incremento en los melanomas o cánceres de piel. Las últimas estadísticas revelan que, por ejemplo, en los EEUU se ha producido un incremento de 5 000 casos anuales, en una población que se encuentra alrededor de los 220 millones de habitantes.

La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos ha pronosticado que una reducción de un 10% en el ozono estratosférico podría provocar un 20% de incidencia de cáncer en la piel.

Una excesiva exposición a la radiación ultravioleta se ha relacionado también con el padecimiento de cataratas y otros trastornos oculares y con el aumento de la aparición de dermatitis alérgica y tóxica.

Se ha podido comprobar que el sistema inmunológico se deprime con la exposición a las radiaciones UV de alta frecuencia, lo que hace más vulnerable especialmente a niños y personas de la tercera edad a las enfermedades por virus y bacterias. 

Por lo que respecta al resto de los seres vivos la incidencia puede ser muy diversa ya que la sensibilidad de las distintas especies a este tipo de radiación no es uniforme. 

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